viernes, 8 de diciembre de 2017

Domingo. Me subí al bondi para ir a un ensayo que, en el transcurso de la parada donde me subo a la tercer parada siguiente, se cancela. Me bajo y camino de v, tengo el mate en la mochila, un libro de Sartre y un volante de Tarot en la mano, se larga a llover. Cuando llego a la plaza Colón pienso que no llueve tanto, que ya va a parar y me siento a tomar mates debajo de un árbol que resulta un refugio óptimo. Voy por el tercero, mi favorito, la lluvia no para. Me tocan el hombro y me atraganto con el mate, empiezo a toser, me abatato. La misma mano que me llamó la atención ahora rescata mi respiración, me calmo.
- ¡Ah, bueno che! Ni me viste la pinta y ya te atontaste, chinita.
Sonrío, no entiendo.
- ¿Me puedo sentar? Ya lo tengo fichado a éste, y golpea el árbol con la palma de la mano, tiene la mano como mi abuelo.
Le digo que por supuesto, le ofrezco un mate. Tiene ojos tricolor y en menos de 5 minutos me cuenta que se llama Alberto, pero que prefiere que le diga Paquito, que tiene más años que los que le gustarían tener, y que los domingos lo ponen raro, le dan ganas de llorar y de comer un tostado en el parque Sarmiento.
Me pregunta qué hago sentada ahí, le digo que me gusta la lluvia, quizás en exceso, y que desde la ventana del departamento no se ve nada. Le devuelvo la pregunta, y mientras cebo se me cae el agua en la mano, saca un pañuelo de la camisa, me lo presta para secarme, pero jamás se olvida la pregunta, respira hondo y cuando exhala como que lo hace dos veces... pide tregua.
- ¿Te digo la verdad, así a la cara y con este lluvia? No tengo ganas de volver a mi casa, casi nunca. Entonces ya voy encontrando recovecos en todos lados, acá de la lluvia, por allá en aquel otro del sol, me hice amigo de la panadera y me fían los cafés en la esquina.
- ...
- ¿Sabes que pasa, China? Para mí yo hace mucho tiempo que creo que estoy partido en dos, uno es el Alberto y otro el Paquito; Paquito era de chico, cuando vivía con mis viejos, cuando iba a la universidad, cuando no me mandaba tantas cagadas. Bueno, en realidad me las mandaba a tiro, pero no decepcionaba a nadie con esas cagadas, no lloraba nadie. Después me casé, fui maestro, y estuve preso un par de años. Esa es mi otra parte, el Alberto, o mejor dicho "la razón para llorar o para agregarle a la verdadera razón de llorar, la excusa para llorar o seguir llorando cuando necesito llorar porque a veces necesito llorar" de los que yo quiero, todos lloran. Y no tengo ganas de volver a una casa de lágrimas. Por eso, vos decime Paquito, cuentas claras y vos no llorás, que sos tan jovencita. ¡Mirá como llueve ya! Y, ¿Vos qué estudias?
- Teatro.
-Qué belleza, ¿Y te gusta?
Nadie nunca me preguntó eso de primera.
- Si, me encanta, todo es hermoso.
- Yo estuve enamorado de una actriz, ¡Vos vieras que linda! Linda como eran antes, yo me imaginaba que quedaba dibujado el aire cuando ella actuaba, entonces cuando terminaba caminaba, a ver si se me pegaba un poco a mí que era tan boludo. La empecé a seguir, me hice amigo de las amigas, ella pensaba que yo era medio medio, ¿viste? Paquito se ríe y mira al cielo, no deja de mirar al cielo desde que dijo la palabra "actriz", sigue. Era colorada, y tenia, no sé, ochenta pecas en la cara, yo le escribía poemas y se los dejaba en la casa... Usaba de esos chalecos tejidos de varios colores, era menudita la guacha, siempre la cargaban. Hablaba y me volvía loco, quedaba tonto. Después se la llevaron los milicos, viste. Al principio yo creía que había enamorado a alguno, peor que a mí y se habían escapado... Cuando abrí los ojos, qué, me partí al medio, no entendía nada en este país de mierda... Bueno, al final te terminé contando todo. Digamos que después de esto nace Alberto, el que no quiere volver a la casa, vos podés creer.
No le contesto, le caen gotas en los hombros de la camisa celeste, tiro un poco de yerba. El sigue: Al final, uno labura cuarenta, cincuenta años y no quiere volver a la casa en la que no podía dejar de pensar cuando laburaba... Por boludo nomás, o por creer en qué se yo, yo supe creer en muchas cosas, pero viste que cuando uno se decepciona con uno mismo entonces ahí  arranca... Ya te estoy hablando de cualquier cosa, "qué tipo raro este", debes estar pensando.
- Por mí siga nomás, me encantan las historias.
- ...
Le cebo otro mate, ya nos estamos mojando más, me ofrece unas mentitas de cajita, se ríe.
- Van a pensar que estamos locos.
- ¿Quién? No hay nadie en la calle, es domingo y está lloviendo.

Vuelvo a mi casa, empiezo a llorar.
No lloro por Alberto ni por Paquito, lloro porque todos, a la larga o a la corta, estamos un poco partidos.