miércoles, 29 de marzo de 2017

Es fortuita tu ficción para mi voraz corazón jauría.
No así tu piel, enmarañada de abismos, laberintos de oropel que el agua quema como a las brujas.
No así tu piel, porque desdeña mi carne y toda mi integridad, se revuelca con mis fibras más poderosas y les hinca en una acupuntura exacta esquirlas de hierro molido que lastiman cada órgano vital, y me hace morir. Y aunque mi corazón revive por la fuerza del tiempo que guardé en una taza de té, ya nada es lo mismo.
No así tu piel, porque encierra tu mente y la deja salir para pegarse a mi bello, y entrar por mis poros, directo a mi sangre.

¡No importa! Alejaré mi mente de la tuya, aunque eso nada tenga que ver con mover el cuerpo.

Porque el cuerpo inmóvil en un zapallo anaranjado, y la mente volando junto a las polillas rezagadas cerca de los cables del teléfono, ahí estás.  Estás-

Estás.


¡La puta madre! Hay cosas que nunca mueren

domingo, 26 de marzo de 2017

_ A veces extraño el mundo del que vinimos.

_ Pá quéi, en ese no había desamor, no había poesía

lunes, 20 de marzo de 2017

¿Qué es un beso, Horacio? ¡¿Qué?! - le preguntaba María a Horacio, y Horacio no entendía.

Entones María se despegaba los labios de la cara, los colgaba de un tendedero viejo, un alambre que iba de tapia a tapia en la mitad del patio, y los vestía con un poco de purpurina, los perfumaba con la leche que brota de la lastimadura de un jazmín de lluvia, le colgaba una pollerita de tul arrancado de un velo de novia, le plantaba semillas de rosas. Les enseñó a bailar lento y a cantar soul, y les dió mijo, mucho mijo y al mirarlos lloró, lloró mucho María.
Con lo que quedaba de sus labios y de su voz desolada, le dijo.

- Horacio, mirá, ¿Esto es un beso?

Horacio nunca más volvió, y María siguió llorando, abrazada a su beso.

viernes, 17 de marzo de 2017

las ideas se evaporan, como el tiempo, inclusive el humo grueso tras la pitada profunda.
De repente una frase de una obra maestra, se adhiere a un elemento del paisaje, y se pierde en su textura y queda atrás, a contrapaso de la luna. Una idea, del personaje perfecto, se envuelve en los ojos del almacenero que abre y embolsa mercadería automáticamente, se aturde y corre con aquel que nos robó el aliento, la situación es crítica: el lápiz queda varado en el papel, como estaqueado en la inmensidad, la angustia se fermenta en la sangre que parece haber dejado de correr,  el pasto bajo mis pies pica y la silla se vuelve hostil, se soltó el piolín que pretendía amarrar esa idea al campo del nacer.
No me gustan los campos sembrados, prefiero las casas, de cualquier manera nada nace ni tampoco se tranforma, me convierto en partera estúpida e insuficiente, no sé acomodar, no sé cómo sacar, no sé... no sé casi nada.
Y nada se movió en realidad, como reprimidos del viento, aplicando gomina hasta en las córneas para no perder el tino, la certeza, la realidad.
Qué fortuna perderla, como quien pierde el disfraz de lo importante.
Me encuentro poco realista, sofocada. Como dentro de un termo lleno de plastilina azul, incluso un poco yo, rellena.
Pero después mis pies se ponen frios y se descalzan porque emanan un jugo que erosiona los zapatos, la piel, los huesos, y queda en el suelo como la marca que deja la manguera en el césped después de muchos días de quietud, de sequía.